Esta entrada es continuación de a La Valvanera a caballo.
El caso es que después de cenar coincidimos con estas dos figuras. El del medio es un apasionado de los caballos y el que está en primer plano, Emilio, fue vicepresidente del Logroñes. Ambos colaboran con el monasterio.
Emilio nos contó la historia del Licor de la Valvanera. El resumen es que siendo un monasterio Benedictino, el licor que preparan es el Benedictine, pero ¡mejor!. Y ello porque aquí se sigue utilizando las hierbas mientras que en el Benedictine usan esencias.
Este es el alambique. A la orilla hay un deposito de alcohol de 4.000 litros que junto con las hierbas se destila. La graduación es de treinta y tantos grados, antes era cuarenta y tantos, pero por motivos fiscales lo rebajaron.
Estos sacos contienen las hierbas. Su número y especies son el secreto mejor guardado de la corona. Vamos ni la Coca Cola. Emilio nos dijo que son 17 hierbas y que le faltaba solo una por conocer, pero los monjes no le decían cual era. Desayunando el prior nos dijo que son 12 que si nuez moscada, que si menta, que si... en fin no aclaró nada.
Esta es la "planta embotelladora", el monje coge la botella, la llena a mano en el grifo que sale del depósito, y cuando está completa pone el tapón irrellenable a presión (con esa maquinilla) y así ¡las 15.000 botellas anuales!
Esta es la "planta etiquetadora". A mano, con cola y buen pulso. Y también de una a una.
La producción. Que se vende en la tienda del monasterio y en otras de La Rioja.
Y sí, si nos dieron para probar. Pero no tomamos mucho que teníamos por delante la vuelta a caballo.
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