lunes, 29 de abril de 2019

El arte de ver las cosas. John Burroughs

Por primera vez en castellano, la obra de uno de los grandes naturalistas de todos los tiempos: incansable caminante y lúcido pensador, sus textos son una de las piezas claves de la tradición de la nature writing.

John Burroughs fue un incansable caminante, un magnífico escritor y un clarividente pensador. Su obra es una de las piezas claves para entender toda la tradición de la nature writing, pues al fin y al cabo él es, junto con Henry David Thoreau, el más importante naturalista norteamericano. Para el poeta Walt Whitman, su íntimo amigo, Burroughs fue el «genuino hombre de los bosques, el único nativo entre los árboles». Y es cierto que era capaz de vivir emboscado en soledad, pero también disfrutaba de irse de acampada con el presidente Roosevelt, podía debatir sobre teología con Ralph Waldo Emerson o emborracharse con Oscar Wilde, discutir sobre el progreso con Henry Ford y sobre poesía con Thomas Carlyle. Para muchos, Burroughs era una suerte de Thoreau en una versión más jovial, cercana y sociable, pero igualmente combativo e irreverente: tal como afirmó sobre sí mismo, prefería «estar al cuidado de unas cuantas cabezas de ganado que ser el guardián del sello de la nación». Por otro lado, ambos hombres compartieron la misma y extraordinaria capacidad para ver el detalle que a los demás se nos escapa, para interpretar el hecho natural y humano desde una lucidez única a medio camino exacto entre la Razón y el Espíritu.

Para este libro, los editores de Errata naturae hemos preparado una antología de sus mejores ensayos, todos inéditos hasta la fecha en castellano. En ellos, la naturaleza se enlaza con la filosofía, la observación con la reflexión, la vida salvaje con el pensamiento indómito, la poesía con la ornitología, la infancia con el futuro, el caminante con lo inesperado, lo sagrado con lo cotidiano, los bosques con el Gran Bálsamo, la cabaña con el Último Refugio, el canto de un ruiseñor con las viejas posadas inglesas, los diarios de Thoreau con un tomahawk olvidado y una inolvidable vaca hereford con la cúpula del Capitolio.



John Burroughs (1837-1921) fue uno de los escritores naturalistas más relevantes de Estados Unidos. Cercano a los grandes maestros del trascendentalismo, como Emerson o Thoreau, Burroughs mostró a lo largo de su vida un profundo amor por la naturaleza y la vida salvaje. 
Trabajó durante casi una década como empleado del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, también como profesor y finalmente como granjero, cuando se decidió a abandonar su cómoda vida en Washington para instalarse en una cabaña en los montes Catskill. 
Desde su retiro, pasó más de medio siglo escribiendo libros sobre la naturaleza y la vida en los bosques, los últimos de ellos con un interés mayor por la vertiente filosófica y literaria de estos temas. Por supuesto, a lo largo de aquellos años hizo también múltiples viajes y expediciones, desde la campiña inglesa y las costas francesas hasta las cordilleras de Alaska. 
Entre sus principales libros, cabe destacar Wake-Robin (1871), Birds and Poets(1877), Locusts and Wild Honey (1879), Signs and Seasons (1886) y Ways of Nature (1906).

Los dos párrafos anteriores están sacados de la web de la editorial que ha publicado este libro, Errata Naturae.

Sin embargo me voy a permitir, aprovechando la autorización del editor, poner unas breves líneas de esta maravillosa recopilación de escritos de más de cien años que escribió Burroughs y se recogen en esta obra.

Puede que este fragmento no sea nada relevante, incluso que a la gran mayoría no le diga mucho. Pero es como si me lo hubiese dedicado el bueno de John, así que por "alusión":

"Bendito el que haya pasado su juventud en una granja, y si era una granja lechera, sus recuerdos serán aún más fragantes. Ir y volver con las vacas a los pastos todos los días y todas las temporadas durante años... ¡cuánto verano y cuánta naturaleza le han infundido estos trayectos!¡Para cuantas caminatas y excursiones ha servido este encargo de excusa! Las aves y sus nidos, las bayas, los bosques de hayas con sus tesoros... y cientos de aventuras inenarrables, están todas ligadas a aquel corto viaje de un kilómetro de ida y vuelta a los remotos pastos. A veces faltaban una o dos vacas al traer el rebaño a casa por la noche; entonces salir a buscarlas era otra aventura." 

No sobra ni falta nada en el relato. Distintos tiempos, distintos lugares pero la misma realidad.

En palabras de John Barroughs, me puedo considerar bendecido.