No entiendo de perfumes ni colonias, pero el caso es que
hace bastantes años cuando mis padres y un hermano regresaron de los montes
Tauro en Turquía, me trajeron un par de botes de plástico como de
medio litro cada uno y no sé si eran de perfume o de colonia. Era, junto con unos
pañuelos de seda, para hacer un regalo a
dos compañeras de trabajo.
El caso es que un bote, insisto en lo de bote y no
frasco, se me cayó encima de una librería y abriéndose el tapón se derramó
parte del contenido. Aquel líquido olía maravillosamente bien. Limpie el
estropicio y pese al transcurso de los años y han pasado bastantes, es el día que aunque
tenuemente sigo oliendolo.
Siempre me he preguntado por los ingredientes que
formaban el líquido de ese bote y cuál sería el motivo de la permanencia
de su olor pese al tiempo habido.
Este verano creo que di con la solución del enigma, si no
de una manera total puede que muy próxima a ella.
En un jardín vi lavanda en flor, en concreto Lavandula
latifolia, y como casi siempre que veo estas plantas me gusta tocar y apretar
sus flores con las manos. Es muy agradable, como es de suponer, el olor que
desprende y como se fija.
Seguí andando y lo que vi a continuación fue un
pistachero (Pistacia vera) el árbol cuyos frutos son los pistachos.
Los frutos, propiamente drupas, se encontraban verdes y
la curiosidad me hizo que cogiese varias. El pedúnculo que las unía a las ramas
se encontraban muy verdes y húmedos y es al cortarlos cuando saltó la chispa.
La impregnación que tenía de lavanda en las manos se
mezcló con el olor del pistacho y ¡menuda combinación!
Del pistacho y sus frutos solo conocía cuando los comemos
y en alguna ocasión puntual cuando tomamos un helado de pistacho. Lo que desconocía
era lo de su agradable olor. Un olor que recuerda a la naranja, y diría que
huele a naranja mejor que los naranjos.
El pistacho unido a la mezcla de
lavanda que tenía en las manos hizo que de manera automática la combinación de
ambos olores me trajese a la memoria aquel bote que se derramó en la librería hace
muchos años.
El hallazgo se lo comenté a mi hermano y me dijo que lo
que me trajeron a granel y sin nombre comercial alguno ni dato que figurara en el envase,
lo compraron en un pueblo de los montes Tauro que no aparecía ni en los mapas
turcos y que la compra se lo hicieron a un lugareño en su establecimiento
formado con una caravana antiquísima.
Tengo claro que lo que me trajeron está realizado cuando
menos por estos dos ingredientes y no me cabe duda que la industria de la perfumería
conocerán de la existencia combinada de estas dos plantas. Pero lo que me sorprende
es que habiendo pasado años sigue habiendo olor y ¿no es esta propiedad la de
la permanencia una de las más valoradas en perfumería al margen del buen olor?
Luego la publicidad se encargará de bombardearnos con la venta de tal o cual colonia o perfume y desde luego a precios que cuanto más elevados más parecerán acreditar las bondades del producto.
Pero en fin, con la mezcla de estas dos plantas sale una combinación espectacular y barata, muy barata.