martes, 3 de septiembre de 2019

Pistacho con lavanda: una buena combinación olorosa

No entiendo de perfumes ni colonias, pero el caso es que hace bastantes años cuando mis padres y un hermano regresaron de los montes Tauro en Turquía, me trajeron un par de botes de plástico como de medio litro cada uno y no sé si eran de  perfume o de colonia. Era, junto con unos pañuelos de seda,  para hacer un regalo a dos compañeras de trabajo.

El caso es que un bote, insisto en lo de bote y no frasco, se me cayó encima de una librería y abriéndose el tapón se derramó parte del contenido. Aquel líquido olía maravillosamente bien. Limpie  el estropicio y pese al transcurso de los años y han pasado bastantes, es el día que aunque tenuemente sigo oliendolo.

Siempre me he preguntado por los ingredientes que formaban el líquido de ese bote y cuál sería el motivo de la permanencia de su olor pese al tiempo habido.

Este verano creo que di con la solución del enigma, si no de una manera total puede que muy próxima a ella.

En un jardín vi lavanda en flor, en concreto Lavandula latifolia, y como casi siempre que veo estas plantas me gusta tocar y apretar sus flores con las manos. Es muy agradable, como es de suponer, el olor que desprende y como se fija.



Seguí andando y lo que vi a continuación fue un pistachero (Pistacia vera) el árbol cuyos frutos son los pistachos.
Los frutos, propiamente drupas, se encontraban verdes y la curiosidad me hizo que cogiese varias. El pedúnculo que las unía a las ramas se encontraban muy verdes y húmedos y es al cortarlos cuando  saltó la chispa.


La impregnación que tenía de lavanda en las manos se mezcló con el olor del pistacho y ¡menuda combinación!
Del pistacho y sus frutos solo conocía cuando los comemos y en alguna ocasión puntual cuando tomamos un helado de pistacho. Lo que desconocía era lo de su agradable olor. Un olor que recuerda a la naranja, y diría que huele a naranja mejor que los naranjos. 
El pistacho unido a la mezcla de lavanda que tenía en las manos hizo que de manera automática la combinación de ambos olores me trajese a la memoria aquel bote que se derramó en la librería hace muchos años.


El hallazgo se lo comenté a mi hermano y me dijo que lo que me trajeron a granel y sin nombre comercial alguno ni dato que figurara en el envase, lo compraron en un pueblo de los montes Tauro que no aparecía ni en los mapas turcos y que la compra se lo hicieron a un lugareño en su establecimiento formado con una caravana antiquísima.



Tengo claro que lo que me trajeron está realizado cuando menos por estos dos ingredientes y no me cabe duda que la industria de la perfumería conocerán de la existencia combinada de estas dos plantas. Pero lo que me sorprende es que habiendo pasado años sigue habiendo olor y ¿no es esta propiedad la de la permanencia una de las más valoradas en perfumería al margen del buen olor?

Luego la publicidad se encargará de bombardearnos con la venta de tal o cual colonia o perfume y desde luego a precios que cuanto más elevados más parecerán acreditar las bondades del producto.

Pero en fin, con la mezcla de estas dos plantas sale una combinación espectacular y barata, muy barata.

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